sábado, 31 de enero de 2009

busca y captura (el título perdido)

Por el oficio
o el artificio
nombro y no titulo.

Nombro, porque
merodeo los bordes
de las aceras
a la espera de
que me salpiquen
los charcos de su camino.
El de un él sin nombre.

No titulo, porque
me almaceno en un polígono
de bombillas fundidas.

Nombro, cuando
se me hunden los ojos
en las cuencas y los albacetes.

No titulo, cuando
me conformo con
sucedáneos,
edulcorantes,
placebos,
ologramas y
digitalizaciones.

Nombro en alta tensión
y (no) titulo en baja frecuencia.

Nares Montero

miércoles, 28 de enero de 2009

Feeling Good

Tus dedos delimitaron el contorno de mis labios.
Te quité un beso de la boca,
tu cabeza en mi regazo,
tu mano entre mis piernas,
te pido en silencio.
Un baile de muslos de seda
(ritmos de Nina Simone)
Despertar de madrugada entre caricias.
Un abrazo e intuirnos las miradas en penumbra.
Saborearnos con prisa y sin cuidado.
Se tapa la boca y se muerden las nucas.
Mi contundencia una tormenta.
Sí te das a medias deseo aun más fuego.
Derrumba las fronteras poco a poco y con respeto.
No te quedes sólo como un recuerdo.
Báilame el cuerpo, báilame el agua.
Descerraja despacio, aniquílame a besos.
No te quedes sólo como un recuerdo.

Nares Montero

lunes, 26 de enero de 2009

Lo que trae la marea o Torbellino de sensaciones.

Arranca un viernes acelerado, un viernes que anuncia sensaciones fuertes. ¿Que me pongo? ¿Dónde habré metido el maldito cinturón? ¡Llegamos tarde! ¡Voy, voy! Media horita más, ¡pleaaaseee! El teléfono no para de sonar: No, aún no estoy. Llegaremos en nada. Esperadnos. ¿Y el cinturón? Ais madre siempre igual. Menudo trajín. A este paso ni en taxi. Madre ve llamando a uno que sólo me queda pintarme los labios. Que ya voy! Cuánto estrés por Dios! Vísteme despacio que tengo prisa. La mala fama me la gano a pulso.

Ya, ya está. Vámonos.

El miércoles pasado fue el cumpleaños de mi madre y mi regalo consistía en llevarla a ver el concierto de Rafa Pons y comprarla el cd (dedicado). Las niñas y el cachorro esperan en un bar cercano a Galileo. No iban a estar ellos haciendo cola, como la gente normal. Para todo hay niveles y estos tienen mucho nivel. Unas bravas que ni bravas ni leches. "Semos tipas duras" ¡otra caña!. Una hecha un pivón, femme fatale pelo negro y jersey rojo (que te lo cojo), otra si levanta los brazos lleva al cielo hasta a las hormigas ¡qué sensación de vestido japonés! y el cachorro risueño como nunca porque nos tenía muy abandonaitas y no se acordaba lo bien que se lo pasa con nosotras y lo que le queremos.

Ay canijo! yo sigo en las mismas: Es que es taaan monooo!!!

Y mil risas por que con vosotros nunca me aburro.

Entramos. Nuestras mesas están en lugares estratégicos, nos acomodamos, saludamos, "Public Relations", por ahí esta "Boquita linda" y me la traigo a nuestra vera porque nunca puedo resistirme a su compañía. Se apagan las luces. ¡Ais Madre que empieza el show! Cantar a grito pelao que se vallan los pies solos, las manos, las palmas, la emoción... Rafa Pons nos encanta y somos fans acérrimas, no tanto por su guapura (que algunas también por eso) si no por que consigue que estallemos en un subidón brutal. Cómo diría mi primo: Un torbellino de sensaciones oiga!
Nosotras solemos ser críticas aunque de maneras muy especiales y excéntricas pero en el caso de Rafa, da igual si a veces el sonido de la banda tapaba su voz porque el público se la devolvía. Da igual que no cantara todas las canciones... que alguna se quedó en el tintero. Da igual todo porque fue un concierto magnífico. Galileo saltando y moviendo un poco el mundo. Al menos yo me salí de mi órbita y disfruté como una enana y como una bestia parda.

El sábado también había plan. Normalmente desconfío de los días, y generalmente fines de semana, programados. Es decir, cuando llevas toda la semana pensando en que te esperan unos días increíbles normalmente se quedan en eso, una expectativa de días increíbles. Ni ves a todo el mundo que pensabas ver, ni los conciertos son como esperabas que fueran, ni te ríes tanto como normalmente, ni (y perdonen la expresión) "pollas en vinagre". PERO el sábado había plan. Comida familiar en casa. Nos reunimos tan de cuando en cuando que a veces pienso que no voy a reconocer a mis primos. Y esta vez casi es así, mis primos, los nenes, ya tienen coche los dos ¡y barba! Menos mal que yo sigo siendo joven aun siendo más vieja (anacronismo?). Una vez todos tienen sus barrigas llenas yo comienzo a arreglarme.

Sé que irán algunos, llamo y rellamo pero nadie lo coge. Por mi cabeza no pasa estar sola. De hecho sé que conoceré a alguno de los que estén en Barcelona 8 seguro, como mínimo a los camareros. Tocaba el vestido rojo y los labios rojos porque, como dice el anuncio, en crisis se disparan las ventas de carmín y yo iba pisando fuerte para que no me llevara el viento.

Cuando llegué aún no había empezado el concierto, una vez pasé de la puerta pensé que estaba sola de verdad pero al doblar (yo solita) la esquina de la barra ahí estaban. A mí la gente no se me atraganta y hay personas a las que estaría dispuesta a ver en cualquier situación o momento porque son garantía de cualquier cosa buena, porque aprendo, todos los días que paso con ellos, que la vida es como tiene que ser y sólo la estropeamos nosotros mismos. O sea que la vida es puta pero nosotros la hacemos puta de calle en vez de puta de lujo. Hay que quererse más todos los días. Pero quererse de verdad, con honestidad, sin ínfulas de nada, ni fábulas de cualquier cosa, sin autofracturarnos, y agarrándonos a los asideros que se van presentando en el camino. Muchos de vosotros sois los míos y por eso, y por muchas otras cosas, yo me presto a que quién quiera se agarre a mí y no se caiga, como mínimo, mal en algunos momentos y en otros al suelo.
Había escuchado antes a Alejandro Martínez y me gustaban sus canciones, la época de Los Tigres me la vi toda desde casa enganchada a Central Musical y le había visto colaborar en otros conciertos pero tenía una deuda conmigo misma y una tarea pendiente, en la bandeja de urgentes, en lo que a ir a verle a él, a un concierto suyo, respecta. No tengo pues referencias anteriores que las mencionadas y aunque he leído otras crónicas y escuchado otras opiniones para mi era un referente antes de conocerle en vivo y en directo, y lo sigue siendo. Claro que habrá evolucionado pero sin lo anterior no hay evolución posible. Disfruté mucho del concierto aunque he de confesar que no estuve muy pendiente de él, de Alejandro. Pudo más cantar con La chica más triste de la ciudad palabritas sueltas y ver como se emocionaba y me emocionaba a mí. Pudo más dar casi la espalda al escenario y escuchar compartiendo cada palabra y cada nota. Pudo más elegir no escuchar, solo oír, algunas de las canciones que tanto me gustan pero que abren heridas. Esta si, esta es un cañón de canción. Esta no, me pone triste así que la pasamos mirándonos a los ojos. Y volver a saltar y a reír como la noche anterior en Galileo, sin tanto rock pero más swing. Así que para mí el concierto de Alejandro tuvo un valor añadido y es que me emocionó sin estar pendiente de él, como sin querer pero queriendo.

Después una campaña de mujeres, a lo Lord of the ring (una elfa, una hobbit y una humana), nos escapamos, huimos, sin dejarnos zapatos por el camino, a tener conversaciones de palabras (algunas veces conversar con tiene que ver con las palabras). Búsqueda de títulos casi como en rebajas, revolviendo los estantes, mirando las taras, probándonos encima de la ropa y sin espejo. Algunas conversaciones no las cambio por nada y que llegase el Autoeditor... un anuncio de masterd card (no tiene precio). Le fuimos fieles al Toni2 -aunque te debo unas cervezas-. Cómo me gusta pasear contigo por los madriles de noche y con frío.

Me despierta un SOS (que no un arroz) y contesto, y estoy, y no podría dejar de estar, porque una vez elegida ya no hay vuelta atrás y yo te elegí hace tiempo.
El domingo también hay plan, pero esta vez toca currar. No os he contado que estoy co-coordinando un espacio los domingos, LA MAREA, que pertenece a la Asociación Cultural Yemayá, donde organizamos conciertos en directo. La Marea pretende, humildemente, llegar a ser un referente y un espacio abierto para artistas noveles o no conocidos públicamente. Y nos reunimos las tardes de domingo de 5 a 8 para compartir lo que nos traiga, lo que nos mueve, lo que nos llena. Es la casa de la gente. Este domingo arrancaba la primera Marea del 2009 con Javier Montes, un rey de la bossanova, y Julio Hernández, maestro de ceremonias y también coordinador del espacio. Y lo digo muy orgullosa porque fue increíble verles tocar y cantar. Lo que no me explico, en el caso de Javier, es donde andaba metido todo este tiempo. Quién se lo perdió no sólo se perdió un concierto, sino un momento irrepetible. Los que estábamos, en esa carrera de fondo, nos fuimos con la sensación de haber vivido algo memorable. Desde aquí invito a todo hijo de vecino a vivir tardes de domingo con olor a comida cubana, alegría, ilusión y mucha música. La Latina que nunca para, aprieta el pause para nosotros en la calle calatrava 16. No puedo dejar de pensar en que los recuerdos que estoy fabricando ahora me acompañarán toda la vida y sonreír. Aún no se como he llegado hasta aquí ni por donde seguirá mi camino, pero no paren este tren que me lo estoy pasando pipa.
Ayer lunes, debut de Juanan Herrera en el Búho Real. Veros a TODOS, con alguna pequeña pero no menos importante excepción, los que habéis compartido tanto tiempo conmigo desde principios del verano pasado apoyando a un amigo común es algo que casi hace que se me salten las lágrimas. No somos una chupipandi pero cada uno de vosotros sois increíbles, por separao, juntos o en salsa. Espero seguir compartiendo. Os quiero.


Nares Montero


Este post va dedicado a toda esa gente que ha hecho que estos últimos cuatro días sean un recuerdo de por vida.
Fotos: Algunas robadas vilmente de otros blogs y folologs y otras hechas por mi.

miércoles, 21 de enero de 2009

De ilusión también se vive

"La princesa no ríe, la princesa no siente;
la princesa persigue por el cielo de Oriente
la libélula vaga de una vaga ilusión.
¿Piensa acaso en el príncipe de Golconda o de China,
o en el que ha detenido su carroza argentina
para ver a sus ojos la dulzura de luz?"

"Sonatina" Rubén Darío

Cuando no entiendo, me duelo.

Y me hago duelo también.

Yo no la entiendo y me duele.

Pero también me da una vida más poderosa que yo.

Que habita en mi es algo que no puedo negar, pues ella me ocupa por completo. No puedo insultarla aunque a veces desee hacerlo a gritos, porque ella me mueve tibia y me sacude poderosa. No quiero, a veces, pronunciarla porque se materializa en mis manos, en mis ojos y en mi boca. Ella viene sin llaves y me abre de par en par. Se desliza sigilosa por las rendijas de los muros que contruyo y una vez dentro, de un soplo, los echa abajo. ¿De que sirven los muros? pregunta con esa cara, que imagino, inocente y curiosa.

Yo imagino un mundo en el que las palabras sean escuchadas y no haya más que verdad en ellas. Por que esas son las que me hacen llorar y reir al unísono. Y esas, esas palabras, son las que la traen envuelta en tules, majestuosa, real a la vida. Sí no le canto es porque no se hicieron mis manos sino para escribir versos (torpes) que ella me dicta de noche y yo quizá atino a encontrar las letras que los compongan.
Y parir con manos abiertas no es fácil. Recibir con manos abiertas si, aunque se turbie el sosiego por tremenda falta. Recibir con manos abiertas y brazos estendidos y a pecho descubierto y toda la inocencia. ¿Es febril recibir así? ¿Sin que haya diferencia entre recibir y dar?

Mete tu mano en mi costado y coge, libre, lo que te interese. No es mío. Dejó de serlo cuando tus ojos se posaron y observaron el nudismo de mi alma.

Escucho ecos: Ella te hiere. Es cierto que ella me hiere, pero también es cierto que me da vida. Escucho: Ella te engaña. Es cierto que me engaña pero no más que cualquier mortal y en su caso la inmortadilad la guarda.
Escucho: Ella te humilla. Pero ¿Quién se atreve a juzgar? ¿Quién habla? ¿Quién, sí no es a traves de ella? Calla. Calla!

Calla porque tus labios no están llenos ni son claros. Calla porque no se humilla quien cree en sus palabras si no quién las desprecia.

Yo no sigo al miedo, ni al pánico, al terror y a las cadenas. Yo no sigo a la inseguridad y sus quimeras. No sigo a la mentira y sus fauces. No sigo al temor. Y lo digo en alto. Muy alto. Porque a veces todo se tiñe de un color parduzco y solo se oyen sonidos huecos.

Cuando todo está oscuro, y la oscuridad es un pozo, cuando todo se cierne impuro. Ella llega con la esperanza movilizándolo todo. Y es necesaria su luz para que el seguir adelante no se vuelva errado.

Y no significa que su presencia nos mantenga alejados del error, si no que con ella errar es aprender a ver la vida, y su quintaesencia, más próxima, más cercana.
De ilusión también se vive, y uno se duele por no entenderla.
Pero no hay vida sin ella.
Nares Montero

martes, 13 de enero de 2009

Algo huele a podrido en Dinamarca


A veces las tragedias no terminan en muerte.
No sé dónde escuché una vez que todos estamos hechos de muchas tragedias. Pequeñas tragedias cotidianas. Tristes tragedias. Desgarradoras. Frustrantes. Desángeladas. Incluso tragicomedias. Pero eso es al final. El humor aparece cuando no quedan fuerzas para llorar, ni una lágrima más, o cuando sólo quedan fuerzas para insultar y arrancarte a puñetazos con un pecho cualquiera (o no cualquiera) a lo Escarlata Ohara.
Cuándo pienso en mis tragedias, nunca viene a la mente en primera instancia las notas más amargas de la vida.
La boca sabe a hambre, los dedos se enfrían y el cuerpo y el cuarto se arrugan en un dolor de espalda interminable.
Existen tragedias microscópicas. La célula nada en un plasma que no pertenece a si misma. Y se descompone de a poco hasta desaparecer en ese viscoso mundo que la tiñe sin permiso. Ya no existe. Fatídica fagocitosis. Abrazo letal.
Existen tragedias zoológicas. El cachorro dejó de mamar dos días antes de que la madre muriera. El perro exausto se despidió, con las encías blancas, en un último salto de alegría. Aguarda mi bien que esto pasa, y pasó.
Existen tragedias itinerantes. La estación y su neblina cinematográfica. Un abrigo azul y un abrazo. Uno se lleva el olor de su pelo y la maleta. Otro se queda. Se queda.
Existen tragedias de estirpe. Una repetición, un bucle de sucesos congénitos. La distancia acerca las raices de las que huía. No volveré. No volvió. Se convirtió en progenitor repetido. Abúlico y cascarrabias. Sólo. Se convirtió en lo que más odiaba.

Existen tantas tragedias...

Una nostalgia bulímica, engulle el deseo de la caricia sabiendo que después, en un rato, apenas te des cuenta (no te des la vuelta!) tirará suave de la cadena para perderte de vista para siempre.
Hay quién colecciona sueños o cromos. Hay quién guarda todo como una reliquia. Hay quién se desprende hasta de su sombra por no reconocerse en ningún reflejo. Yo colecciono noes de colores. Atrevidos, irrespetuosos, melancólicos, cobardes, amarillos, verdes, rojos. Yo colecciono derrotas y heridas. Nada mortal. Apenas rasguños que no dejan cicacriz ni despedida.
Una tragedia puede ser una visita o su falta.
Lo noto en la boca, me sabe a hambre, las puntas de los dedos se enfrían y el dolor de espalda arruga mi habitación y sus reliquias.


Nares Montero






Imagen: Castillo de Kronborg en Dinamarca, salón de baile.
Castillo que inspiró a Shakespeare su obra "Hamlet".

domingo, 11 de enero de 2009

Pulgatorio

No quiero pensar que subir escaleras mecánicas del revés, corriendo, saltando como salmones que llegan tarde a desobar, que las manos se enreden sin permiso y a la primera de cambio o que de tanto mencionar el frío en los guantes rojos acabe por nevar, sea un invento de la imaginación, conspiradora.

O quizá si.

¿Dónde arrancan mis fines de semana? Bien es cierto que el viernes, en casa, rezo los siete avemarías, un padre nuestro y un oremus por las blasfemias que escupe la boca en su estupor adolescente. Mea culpa. Más es obvio que me arrepiento de los pecados de viernes, nunca de los de jueves.

El viernes pequé de pereza, pero fuí diligente en hacerme entender.
Sábado. Nunca madrugan los sábados en mi casa. Afonía. Quizá el frío se cobra excesos con intereses. Ojo por ojo. Yo pienso que las enfermedades de la crisis y sus baremos se contagian más que la gripe. Sábado de deficit vocal. Retiré los versos de la ventana, y me vestí tarde para no llegar a tiempo, avisando, eso si: Recitar va a ser imposible. Me enchufé a bufanda, guantes y orejeras. Qué sensación de orejeras oiga!
Comienzan tarde, perdí la cuenta de las canciones... somos pocos y parió la abuela. Y las abuelas se toman su tiempo para parir, que para prisas ya han tenido toda una vida.
Me vuelvo una chica del montón con guiño de ojo y sonrisa complice de espejo. Qué me gusta esa canción!

Se aprieta la coleta y respira valiente
los muros de sus metas los pinta de verde
no busca en el colchón al mejor pretendiente
la chica del montón, esta si es diferente.

Sábado de gula, y no hubo mesura al pedir el bocata en la tienda pero si esperé a llegar a casa para desencajar las mandíbulas. Ñam!
Llego y le cuento al pequeño de imposibles y encantos. Somos máquinas, canijo! Me voy a dormir. No desesperes. El no ya le tienes. Soy dueña de una vergonzosa colección de noes. Que si, que si. Mi genética es de una enfermedad congénita, reincidente (esto me suena). Que si! Mañana llamo a ver. Que descanses, te quiero canijo.

Llega la mitad de un domingo. ¿Quién me ha robado la mitad del día? Soñé al son de Víctor Manuel (No hay nada mejor que escribir una canción).
Ejem, ejem ¿Si? Maldita afonía de mierda, parezco un Manolo dando los buenos días... quiero decir las buenas tardes. ¿Desde donde me llamas? La calle Toledo y un movil, obvio ¿no?. Nos hacemos un cine? Sesión continua, con esta voz seré tu octavo pasajero, seguro! Pero acepto. Acepto! El cuándo lo hablamos en próximas entregas.
Otra llamada. Mi princesa guanche adelanta la boda.
No me resisto a proposiciones del tipo: Habrá una sorpresa que te va a gustar. Así que me calzo las botas, me atuso el pelo y con orejeras, por supuesto, me lanzo a una ciudad que pierde el aliento el domingo por la noche. Ay vieja! menuda semanita!. Sergio Alzola en Libertad... chooo chiquito concierto mi niño! Y si la canción no fue aleatoria... las casualidades no existen, no existen, no existen, no... ole el son, la bosa, el tango y la que te parió!
Dónde venden los abrazos que me diste, que me quedan estupendamente.

Llego a casa. Unos, cocineros antes que frailes. Yo, teleoperadora antes que reina de las nieves. Te leí, sonreí. Pero mira que eres chulo, papi!

Nares Montero

viernes, 9 de enero de 2009

Plan C: La casa sin mesa


Plan A, plan B ¿Existe un plan C?.

Se me amontonan las lecturas en los párpados.
Leerte a ti es sencillo. La sal de mis lágrinas derrite el hielo de tus palabras.
Pareces la chica más triste de la ciudad.

Los dos días de frío ártico/antártico/loquesea paren un trópico de nieve.

No sé nada y lo siento todo. No es casual.

Tic-Tac! No me queda tiempo. Llego tarde. Llego tarde.

No se me dan bien la matemáticas. Un cajero por favor.


Este post sacude de temblores y caricias.


No somos Chernobyl. No.


Se me antoja que de mis raices nazcan flores. Puedes verlas. Tú si. Porque andas bajo tierra.

Somos musas de las nieves. Nada frío. Sólo blancas, blandas, claras.

Él me dijo también plan C y eres graciosa (¿yo?).

Niña llévame dónde aprendiste a nevar de esa forma.

Segovia, pegando con Soria. Viaje sin títulos.

Hace tiempo que no nevaba (yo) como en la casa sin mesa.


No miento para nacer. Aunque te guste cantar miénteme.


Nares Montero


Foto: Desde mi ventana.

Nota: 9/01/2009: 9+1+2+9=21 2+1=3 Hoy es un día C.

miércoles, 7 de enero de 2009

Yo soy del 15% que prefiere a Gaspar.

Miraba desde el balcón y en pijama. La calle anunciaba, en una espera eterna, húmeda y excitante, la llegada de los tres. Pero en concreto sólo uno me interesaba. El primero. Me embriagaba esa barba blanca, aterciopelada. Tengo un recuerdo muy claro de ese día. La abuela protestaba la impúdica desnudez de la niña en el balcón.
- Pero, Ignacio!- le decía casi gritando- ponle algo a esa niña. Sois imposibles. Los dos iguales. Tú y ella. Pero lo tuyo es peor, porque ella sólo es una niña. ¿Quieres ponerla algo? Por Dios!- Solía blasfemar sin pensarlo, porque rezar era un acto común. Lo hacía sin pensar y sobre todo para no pensar.
Mi abuelo no se resistía a quitarse de mi lado aunque pensara también en mi chaqueta. Yo no. Yo pensaba en que era una suerte que el primero fuera el mío. Más mío que cualquier otro. Más mío que yo. Apenas me separarían unos centímetros me imaginaba, desde la baranda su cabeza de nieve cálida.
No recuerdo bien que pasó después. Les vi supongo. Vi acercarse al balcón su mano envuelta en un guante blanco o quizá no. Fui a dormir excitada, nerviosa. La ilusión salía por cada poro de esa niña con gafas rojas y ojos de curuca enjaulada.
Me despertó el bao del aliento. Las mañanas de invierno en esa casa eran de leña. Calurosas sólo en un lugar concreto, donde los mofletes se ponen colorados y las piernas pican a la lumbre. Pesaban las mantas siempre. Y en el colchón de lana se quedaba tu silueta marcada mejor que en la viscolástica moderna. Salté y descalza me fui al rellano.
- ¿Dónde va esa niña descalza?- aguda la voz se quedó atrapada en los visillos de ganchillo con pájaros y quién sabe que más agujeritos.
Había una caja pequeña, como de tesoro antiguo, o retro que se diría ahora. La desenvolví creo, porque no recuerdo siquiera el papel.
- Melchor no te traerá nada- había repetido el abuelo con esa sorna del que hace una travesura y sabe que le descubrirán pronto.
Y lo repetía mientras yo me reía nerviosa en el balcón. No quería creerle.
- Te traerá carbón!- decía una y otra vez con la sonrisa entre los dientes sin dejar que llegara hasta sus labios.
- Que no! Que no! No es verdad!- repetía esa niña que ya no sé si era yo.
El abuelo se había confundido. Melchor se acordó de mí. Yo lo sabía. Me había mirado a los ojos.
Mi madre miraba desde el quicio de la puerta, algo incrédula diría. Yo la recuerdo delgada con un jersey de lana y sus manos suaves, como de mantequilla, su nariz puntiaguda y helada se torcía hacía un lado cuando me miraba de aquella manera, tan tierna. Qué de amor cabía en ese cuerpo tan pequeño! Qué de fuerza!. Yo abrí la caja menuda despacio temiendo que algo increíble y misterioso se rompiera.

Ayer recordaba esa noche mientras caminaba por Lavapiés buscando el cajero más cercano. Nunca llevo dinero suelto. Sonia venía andando, a lo lejos, hacía mi, como un pájaro triste que va de nube en nube buscando dónde posarse.
- Espera. Tengo que sacar dinero -.
- ¿Y cuándo no?- dijo ella con una sonrisa.
Llegamos al bar y mientras hablábamos de hombres pedimos la primera cerveza para ella y el primer vino para mí. He vuelto a beber vino. Digo en sociedad. Lo dejé hace un año porque la fructosa de la uva da muy mala resaca. Pero siempre me gustó beber vino en compañía.
- Ahí está- dije yo.
- ¿Nos ha visto?- dijo ella bajito.
- No, si no nos hubiera saludado ¡digo yo!-.
Pagamos la entrada del concierto. Le dieron los dos tickets a ella mientras yo, lenta, sacaba el monedero. Debíamos guardar los papelitos creditícios por no sé qué sorteo que se haría en el concierto.
-¿Y ahora, cual le doy a ella?- le preguntó al chico de la puerta mientras zarandeaba los boletos en una mano y sujetaba la cazadora, el bolso y la bufanda en equilibrio en la otra.
Yo cogí rápido y sin mirar uno de ellos y le dediqué una sonrisa al muchacho. Cogimos buen sitio. El Juglar no es muy grande aunque si agradecido. Casi al principio algo a la derecha, por estar la izquierda ocupada de chicas riendo a carcajadas. Es genial que el escenario esté tan alto.
- ¿Dónde ponemos las copas?-
Yo cuelgo mi cazadora de pelo (sintético) "la orangutana", de nombre, en uno de los percheros mientras ella vuelve a hacer equilibrios con sus delicadas manos. Luego yo sujeto la cerveza y el vino y todo solucionado. Comienza el concierto.
Julián siempre consigue que yo vuelva a mi más tierna infancia. A la de esa noche en el balcón. A la infancia del: tú la llevas!. A la de aventuras buscando lagartijas y en la que las pompas de jabón son el reflejo de mundos paralelos y los rayos y truenos son las conversaciones entre nubes que no acaban de entenderse y pronuncian las palabras alto y claro. Es un espectáculo ver al Bozzo, ese mismo Julián de nombre, manejando a su robotina, con la cara pintada y su mirada de niño travieso. Ese Peter Pan sin síndromes, por que a él parece gustarle hacerse mayor, de hecho lo disfruta como un niño. Llama a la bandada.
Llegan en un rumor de pelucas y cascabeles, todos los músicos al escenario. Él habla como en un cuento y llama también al primer boleto, entrada o ticket premiado en ese singular sorteo. No recuerdo bien el regalo pero junto a él una bolsa de globos en forma de corazón que el Bozzo instaba a compartir. Todos inflados saltaban por encima de nuestras cabezas. Todos éramos niños locos. Otra canción. Yo bom, bom, tú ven, ven. Bailábamos desaforados. Ahora con un dedo! Con la mano! Con la muñeca! Con el codo! Con tooodoooo el cuerpo!. Yo respondía como lo hubiera hecho la niña de gafas rojas ante cualquier orden de Melchor. Más canciones. Otro número del sorteo, el 38.173.
- El mío! El mío!- Caminé sin creérmelo hacía el escenario.
Julián pronunció mi nombre y luego preguntó:
- ¿Cómo te llamas? ¿Qué tal? ¿Tienes novio?- era un presentador de circo, le faltaba una chistera y un traje rojo.
Yo contesté:
- No. Na... No, a todo- por sí acaso.
- Ten cuidado que hay un regalo muuuy chungo- me decían los músicos desenfundados de pelucas ya.
Mientras, Julián llamaba a otro número del sorteo. Yo pensaba que seguro que me tocaba a mi el premio chungo, pero también pensaba en cómo podría ser un premio chungo sí lo había preparado Julián. Al fin metimos la mano en la masa, digo en la bolsa y yo saqué un paquete cuadrado. Enseguida Julián dijo:
- Ey! Ese mola mucho!-. Creo que me guiñó un ojo. Quizá no.
Lo desenvolví rompiendo el papel porque si no es como sí no valiera. Hay que ponerle ganas.
Si, molaba mucho.

Cuándo abrí la caja, aparté con mis manos blancas el papel de seda que cubría el regalo. Debí haberme imaginado algo. No. Yo entonces creía en imposibles, en la magia y en Melchor. Solté la caja de golpe y llorando a lágrima viva me fui corriendo a la habitación, desconsolada mientras escuchaba una risita burlona y las palabras de mi abuelo resonando en mi cabeza. Te traerá carbón. A las niñas malas les traen carbón. Y a sido Melchor.
Yo lloraba y lloraba. Casi no podía coger aire. Los sollozos eran más la falta de aire que una desesperada búsqueda de él. Mi madre me acariciaba el pelo, mientras desde la habitación miraba a mi abuelo indignada. Mi abuelo ya no reía. Sólo era una broma. Quería gastarle una broma a la niña. Era tan inocente como una broma. Yo había sido buena, lo sabía. Pero ¿Cómo Melchor me había hecho esto? ¿Como pudo?. Cuando se me pasó, me convencieron para que mirara en el fondo de la caja. También me convencieron diciéndome que lo de las ascuas apagadas en la caja había sido cosa de mi abuelo, que me quiso gastar una broma y que él dinero que estas guardaban era el verdadero regalo de Melchor. Yo sabía que algo no me debía creer de aquello. Había sido demasiado cruel. Mis manos negras, bajo el grifo de agua helada se pusieron, después del jabón, moradas por la temperatura. Perdoné a mi abuelo porque entonces ya sabía que no era un abuelo corriente. Pero nunca, nunca más volví a creer en Melchor. Él si me había traicionado.

Desde entonces, primero Baltasar, y después con el tiempo y algo más de edad, Gaspar, ocuparon el lugar de ese primer rey mago en el que creí con todas mis fuerzas. Entonces mis fuerzas eran bastante menos quebrantables que ahora. Gaspar me da una credibilidad extraña y confortable. Hace mucho que no les escribo cartas e incluso he intentado que su llegada no supusiera mucho alboroto, sobre todo este año que las Navidades no me han causado ninguna ilusión, pero Gaspar ha respondido (quizá por orden o petición de ese Melchor travieso que me ve desde quién sabe donde).
Decía que cuando desenvolví el regalo en lo alto del escenario pensaba que sería el chungo. Pero no. Era un regalo estupendo. Un yo-yo. Pero no uno cualquiera, este, además de las cualidades propias de un objeto de esas características, emitía unos mono-tonos estridentes y al girar se le encendían en los costados unas luces rojas.
(Japiberdeituyuuuu bis, Oh my darling Clementine)
Era un sensible yo-yo que al rozarle apenas un poco comenzaba a entonar sus chillonas melodías. Hasta el punto de que, en un silencio entre canción y canción, Julián preguntó extrañado por el origen del fatídico sonidito, mientras que yo roja de vergüenza y con mirada pícara, levantaba el artefacto en una mano para que todos vieran que casi, casi, tenía vida propia.
Cuando acabó el concierto abracé al Bozzo y le dije:
- Sabes que tienes una cita ¿no?. El recital *-
- Si- dijo él- y tengo muchas ganas además, lo prepararemos en febrero. ¿Te ha gustado el yo-yo?- me preguntó.
- Mucho, aunque... mmm espero que no sea una premonición acerca de como será este año. Quiero decir "yo...yo". Sólo yo.- dije sonriendo.
- No, mujer. Seguro que será yo-yo, yo-tú, tú-yo, tú-tú jajaja!-
Yo me reí como una niña y seguí balanceando y bailando mi yo-yo segura de que no sería nada premonitorio, sino sólo el preludio de una bonita amistad.

Cuándo llegué a casa la reina más maja, que es en la que en realidad creo, mi madre, me tenía los regalitos envueltos y repartidos por la habitación. Luego por la mañana roscón y chocolate. Y a visitar a mis tíos, para los que aún soy una niña a la que regalar.
Este año se han portado de lo lindo. Los reyes magos más musicales de mi vida. Dos cuadernos, seis cd's que en realidad son ocho y tres dvd's. Tontxu, Víctor Manuel, Silvio Rodríguez, Amancio Prada, Hilario Camacho e Ismael Serrano con su Lugar Soñado, mi (si, mi) Peumayén. Y alguna que otra zarandaja preciosa.

Los regalos no dan la felicidad. Pero mi gente, los recuerdos, y la música son imprescindibles para que me dé cuenta lo feliz que me hace vivir (si Kike, a mí también).

Nares Montero.
* El Recital: será un acontecimiento sin par que tendrá lugar el próximo 1 de Marzo en el que la que aquí escribe intentará que, los asistentes al evento, pasen una tarde de domingo llena de poesía (propia, o sea mía). Pero de eso ya hablaré más adelante. No nos precipitemos.
Nota: El primer vínculo de julián es su blog (un poquito abandonado pero merece la pena leer lo escrito) y el segundo link, el de Bozzo, es el de su myspace donde podeis escuchar su música. Visitad el myspace del Bozzo que es mi regalito de reyes.

lunes, 5 de enero de 2009

finiquito

Por un momento
se me ocurrió apagar
el cigarro moribundo
en el surco ciego de la lágrima.
Manantial que brota
de los altos telares.
Nares Montero

viernes, 2 de enero de 2009

Odio la rima fácil o Reincidente (bis)

Querido:

Coincidir en la oscuridad es algo que siempre se nos ha dado bien.
Yo adivino tu figura y tu imaginas la mía sin tocarla.
Eres un dique que quiere ser esclusa.
Yo soy torrente que reincide en su bravura.
No te es ajena mi fuerza, ni a mi tu postura.
Saco fuerzas de flaqueza y te destierro a lo más profundo.
Tú te exilias al silencio y yo reivindico más segundos.
Yo hablo con agua y tu te quejas de la sequía del mundo.

Hace dos post, porque ahora mido el tiempo en post, publicaba un carta que no supe como titular y se quedó así de mal titulada. Premonitorio el titulo informa, en su segunda parte, de mi condición de ser. Da igual que pasen años (o quizá por que pasan), sin que exista la autocompasión de por medio, yo vuelvo chocarme de lleno con los mismos muros. Sin buscarlos, evitándolos, teniéndolos en cuenta o no, aparecen como si nunca se hubieran ido. Y no soy capaz (no soporto: no ser capaz) de sortearlos.
No quiero olvidar que estuviste en mi vida, no quiero olvidar que me estremecí, me reí, me ilusioné y lloré a tu lado. No quiero olvidar que aún no te he olvidado. Pero "no olvidar" no significa darme de bruces contra ti cuando no estás y no has querido estar. Lo he aceptado, lo he respetado y me he aguantado las ganas lo más dignamente que he podido: sólo amigos Nares, sólo amigos. Las ganas mejor con café que en ayunas.
Aquel post era un sumatorio de experiencias de todo un año y en él apareces, como el guadiana, y desapareces y vuelves a aparecer. Eres tú y todos los que después han sido. Por que no hay nada que de ellos diga que no hayas sido tú. Hoy vuelves, pero no para volver (quiero decir quedarte, que no es lo tuyo) si no para revolver (y le doy la razón a Kika, cuando creía estar en contra, la palabra volver y sus derivadas son feas, tremendamente feas).
Decirte a medias para que no desaparezcas del todo, pronunciarte poco, no esperar despierta, fueron propósitos que a mitad del 2008 me hice para contigo o más bien para conmigo. Para que no moleste o no duela tu recuerdo.
Por que soy masoquista y reincidente pero existen límites para que a nadie se le ocurra que lo mío es enfermizo.
Aún así "vuelta la burra al trigo" me doy cuenta hoy, que si no me eres indiferente es por la mayor cursilada del mundo: me enamoré y somos de nuevo herida abierta, mala tierra trágame. Trágame.

Tú no leerás lo que te escriba y yo intentaré no recordarte.
Haremos que nada pasó cuando te vea en cualquier parte,
sí no vienes con un te quiero prefiero que te escapes, prefiero que te escapes.


Nares Montero