domingo, 8 de agosto de 2010

a veces me disfrazo de normal

Me he pasado toda la noche con una frase rondándome. Por no despabilarme y romper del todo el sueño no me he levantado a apuntarla y, claro, cuando por fin el sueño se ha roto por si solo ya era tarde. Aunque en realidad quedan los ecos. Sé que tenía una palabra que me gusta, corta, con las vocales "a" e "i" pero no sé en qué orden y, tambien recuerdo, que la frase, o el verso, era de significado ambivalente. De acuerdo, no es mucho. Pero eso junto al bochorno de domingo nublado y agosto, han hecho de mí un raro especimen. Para empezar me he puesto a limpiar la cocina y, en esa guerra de cacharros gritando, he sentido el impulso de irme a por el periódico. Siempre leo el periódico por internet, así es más fácil saltarse las partes menos interesantes. Me he vestido, me he puesto unos zapatos viejos y he cogido algo de dinero. Vivo en un barrio en el que las tiendas y la vida de barrio brillan por su ausencia. Lo más que se hace en mi barrio es salir al fresco las tardes de verano con la silla plegable y, mientras los churumbeles corretean, las marujas y las gitanas (en grupos bien diferenciados) hablan de sus cosas o juegan al bingo. Yo me las encuentro al ir hacia la renfe toda peripuesta para una de mis noches satétile o gata parda. Siempre mandan a una de sus criaturas malpeinadas a pedirme un cigarro, la madre de turno me hace una señal desde lejos para que sepa que el tabaco es para ella y no para el carasucia. El escuincle me sonríe y se va corriendo y yo continúo mi taconeo hacia el tren que ya bufa en el tunel. Por las mañanas sin embargo es raro si te encuentras a alguien. Quizá alguna adolescente legañosa que saca al perro con desgana o a algún viejo con su garrota que viene de su paseo matinal. Según he salido a la calle una de las tapas de mis viejos zapatos se ha roto dejando al descubierto las entrañas de clavos. Aún así he seguido adelante. Iba visualizando el kiosko más cercano que recordaba abierto. De un tiempo a esta parte todos los kioskos de la zona han cerrado haciendo del lugar un cementerio de papeles. Al llegar he visto que tambien ese estaba cerrado y he tenido que preguntar por otro a un despistado que miraba hacia la iglesia como si a esas horas ya tuviera que estar abierta. Me ha indicado y al llegar ha sido lo mismo, cerrado. He vuelto a preguntar y me han indicado un poco más lejos. Haciendo caso omiso a los gruñidos del zapato moribundo he llegado a este tercer kiosko, donde se arremolinaban niños con chucherías, ancianos con batallitas y madres con bolsas y prisas. Nadie compraba la prensa. He pedido mi periódico, me han mirado con recelo y me he alejado. De camino he visto una tienda de ultramarinos abierta y como estos días ando de rodriguez y ya se habían agotado las vituallas básicas he entrado a ver que encontraba. Mi compra ha sido: 2 nectarinas, 4 tomates, pescado congelado y salchichas. Luego una barra de pan en lo que antes era el viejo videoclub donde descubrí el cine de sesión contínua y una caña con limón y un paquete de tabaco en el bar que hace ya demasiados años regentó uno de mis primeros novietes. Con todo y tacón roto he vuelto a casa ya sin preocuparme por la frase de marras. Quizá más tarde me acuerde, en la siesta.



Nares Montero
(Foto: Mi calle. Nares Montero)




Ah! El periódico me ha dado un alegría. Nuevo libro de Frida Kahlo, sus fotografías! Habrá que inventar una aventura nueva para comprarlo.

3 comentarios:

Santiago Bertault dijo...

http://eluniversodefridakahlo.splinder.com/post/16018199

Ángel Muñoz dijo...

me encanta como lo narras pedorra, el miercoles te veo.

Edu dijo...

A mi me paso igual, madrid se queda sin prensa en agosto...
Un Beso