
El valor de las cosas.
Una moneda
nunca más será
un tesoro en golosinas.
Una moneda
nunca más será
un tesoro en golosinas.
Nares Montero
Ando callejones angostos
Allá están las colinas en las que se esconden tus sonidos,
Tu particular degradado comienza los martes,
Me niego sentir de lejos.
Miraba de reojo, entre curiosa y aburrida, la carpeta de mi compañera de pupitre. Era costumbre, en esa época, firmar o dedicar unas palabras, no siempre afortunadas en gusto, lírica y estilo, en la carpeta de los compañeros. Luego enseñabas con gracia, descaro o pudor, según fuera la dedicatoria, la carpeta a todo bicho viviente.
Ellos
Dicen que exagero los recuerdos. Los magnifico y los convierto en una explosión descontrolada de fuegos, artificios y metralla. 
a K, Q y Lk

Hace días que no salgo de casa, estoy es un estado semi-catatónico y pijamil.
He pegado un chillidito agudo (muy vergonzoso) y he dicho ¡Pies pa' qué os quierooOoOoO! (con desafine incluido) y he vuelto al portal tele transportador más veloz que Fernando Alonso, Fonsi Nieto y Michael Johnson juntos. En esas me he debido llevar conmigo a unos cuantos rufianes de los que le acompañaban porque mientras se cargaba la pantalla y yo resoplaba de felicidad, pensando que donde volvía ya los había aniquilado a todos, el juego ha debido decir: No, no, no! (con soniquete porculero) y me he encontrado a todos y cada uno (incluso alguno más diría yo) esperándome armados hasta lo dientes. Casi no la cuento. Pero a esos ya me los había cargado antes y esta vez he hecho lo propio. Huir no era una opción (sobre todo teniendo en cuenta que la única huida posible era a las abrasantes fauces del dragón de los piiii).
De repente me he dado cuenta que estaba llorando mientras asestaba, con mi espada superpotente y colosal, a un pobre pero enorme orco. He puesto el juego en pause y he llorado desconsoladamente a esa mancha roja que no acababa de desaparecer.