miércoles, 3 de diciembre de 2008

¿Quién mató a cupido?

Soprender no es tan fácil cuando se espera una sorpresa.

Sorprender quizá, en un cumpleaños, sea lo propio, lo más habitual.

Pero cuando lo que tiene que sorprender es la personalidad o las acciones... eso es otro cantar.

Podría llegar disfrazada, escribir palabras y amontonarlas en torno a mi cuerpo, entonces tú, una a una, las pronunciarías desnudándome por completo.

Podría moverme al son de tus tambores mientras la tinta salta a nuestro alrededor.

Podría desplegar las alas y mostrarte que volar es tan habitual como tu manta errante.

Podría romper los pactos conmigo misma y dejarme llevar. Pero no iriamos muy lejos.

Eso lo sabes, lo sabemos, a ciencia cierta y por decreto.

No estamos dispuestos a seguirnos ni a escogernos.

Entonces, sin atardeceres, nos encontramos y esperamos que nos ronde la sorpresa del amor.


Nares Montero

2 comentarios:

trovador errante dijo...

Todos los niños esperamos que nos sorprendan, y que sea así.

Sin razón...sin literatura..., aquello tan manido del "cuando menos te lo esperas"...yo por siaca...hace un tiempo que dejo de esperarmelo...

Y quizás, o seguro, tiene que ser así. Cupido, y nosotros, pagando los platos rotos...

La seducción es otra cosa.

Dejarse llevar, sin cabeza que opere, otra.

Sentir, fácil, sentir...volar.

Me encantó. Real.

Besos reales pues!

Anónimo dijo...

no te conozco, pero he de decirte que es una maravilla cómo escribes

continuaré visitándote

saludos de una anónima