sábado, 6 de diciembre de 2008

Honestidad brutal y realidades analgésicas


Después de comer, un sábado cualquiera, huyo de películas navideñas, de una televisión que nos absorve, que nos convierte en no pensantes.

Huyo también de la idea de una romántica mentira, una comedia irreal de un país lejano que controla el mundo.

Huyo de novelas, quimeras, engaños, mentiras.

Dejo que me devore la realidad y -como decía Calamaro- la honestidad brutal.

Hoy, quizá por los achaques del corazón, por los dolores ajenos, las bombas, los muertos, los naúfragos, las víctimas, hoy, me cubre el denconsuelo.

Vivir en un mundo paralelo, como diría la mágica Kika, o en mi mundo de piruletas, que me diría un ex programador teatral, normalmente protege egoistamente de la barbarie.

Te conviertes sólo en un testigo tras el cristal ahumado. Sin embargo no deja de ser un cristal, tan solo una frágil lámina de partículas organizadas. Frágil.

Sí todo es energía, sí todo está conectado.

Soy cristal y aire, patera, gas, bomba, pistola, hambre, agua salada, cólera.

Soy víctima y asesino que llora.

Sin embargo el tiempo apremia y el mundo de piruletas me engancha de la espalda y las lágrimas y vuelvo a esa realidad analgésica.

Conciertos y sonrisas. Una ciudad alumbrada anuncia que ya es navidad.


Nares Montero

1 comentario:

trovador errante dijo...

Nares mi niña, la vida se toca sin cristales, y duele.

Y que nos duela nos da vida.

Y es más que lícito recurrir a analgésicos, son necesarios.

Pero a pecho descubierto "que cuando se tiene escudo, luego se quieren los guantes..."

Y eso tiene que doler y desconsolar, estamos vivos, sino...la vida es mentira y nosotros eternos y ciegos neuróticos del montón...del mismo montón todos.

Gracias de nuevo por la lucidez, y por tu lindo comentario (no te cortes vale?...;-)

Un beso