lunes, 20 de diciembre de 2010

De aquel origen


Rectificando una frase sencilla, como un mantra, y acurrucado al cielo de una boca que se parece excesivamente a la tuya. Así viniste la primera mañana aunque callado y lento como la somnolencia. Ella siempre ha mirado, a través de todo, como si la transparencia comenzara y acabara en ella; sonríe y llena la casa de pájaros que bailan. Así os noto yo en los instantes robados al invierno, menudos y frágiles en la distancia. Sospecho que no habrá nada que yo sepa, antes de vuestra propia vida, que pueda haceros libres o al menos no tanto. Que llegarán todas las preguntas de golpe y abusaréis del juicio,  fingiréis migrañas, arañaréis las voces y desenterraréis metralla. Entonces con todas las utopías más utópicas que nunca, vocearéis mi nombre y no sabré qué responderos.
Sin embargo, es posible que no existan nunca los presagios agoreros, y tú con ese pico de mochuelo y ella con esos ojos colectivos vengáis a enseñarme la palabra que subrayé en el diccionario y me expliquéis, por fin, todos los significados de aquel origen.

N
Foto: Riaza 2010. Nares Montero

2 comentarios:

Doppel dijo...

¿Quién subrayaría un diccionario?

PS. Me encanta la foto, claro.

damian dijo...

Hace mucho que no leo un texto con tanta tensión y misterio.
Una perpleja presencia de una narradora allí, sabiendo mucho y nada; una pareja (?) que es todos, y sólo ellos.
El texto se abre y se cierra sobre sí mismo, sin explicaciones, sin porqués, lleno de luces y de sombras como un testimonio de esa palabra ininteligible: la del idioma de infancia.