sábado, 28 de febrero de 2009

Comida de víspera

La cocción debe ser lenta, cuidada. A fuego suave para que no se arrebate. Debe darse vueltas acompasadas, como en un baile de faldas grandes con miriñaque. Elegir el recipiente apropiado para un guiso de lágrimas, no es fácil.


Hoy bendigo las casualidades (aunque no existan).


Mi recipiente nunca ha sido común, ni certero. Si elijo una vasija de barro se resquebraja por la falta de humedad o un horno henchido de desengaño. Si elijo una sartén baila el mango o se oxida el teflón falso. Si elijo una cazuela no encuentro las palabras que la llenen o se encaran y la colman.


Hace tiempo que no cocino. Quizá sea la falta de práctica. O esa manía persecutoria de inventarme las recetas, variar los ingredientes, improvisar inconsciente las cantidades, cortar con cuchillo pequeño las cebollas del sofrito.


Existen, como en botica, comensales agradecidos y diáfanos, generosos, disciplinados, estrictos y megalómanos. Hay que ser consciente no tanto de su número, aunque no seamos un restaurante, si no de su carácter. Ser desenvuelta en la cocina, diligente, y minuciosa en el trato del alimento que proporcionas.


(Hay que hacerse valer! que diría una amiga y bella guitarrista)


Elegir a buenos pinches (quizá la familia sirve para este menester) que anden hábiles y bailen alrededor la misma melodía, y tiren, discretos, falsas esperanzas, previsiones de desastre, intimidación al alza y el amargor de los limones.


Aunque el mandil se llene de harina y pena, sacudirnos de vez en cuando es un acto de responsabilidad y decoro para con uno mismo. No es presunción, ni coquetería, presentar el plato con un racimo de cariño y orgullo. No pretendo llenar estómagos, ni saciar necesidades.


Hoy hice un guiso de lágrimas que limpió con sal los recovecos.

Mañana un postre de abrazos y a vivir y a volar.

A vivir y a volar!

A veces compartir los partos, no exiliar la tristeza, exhibir humilde los pequeños triunfos, no cargar las armas, desapolillar utensilios, y mostrarse vulnerable con una misma, son los ingredientes más efectivos para una tarde de invierno diferente.



Mañana, presentaré "Te llamaré delirio" con una sonrisa, porque (efectivamente) no va a faltar nadie.

Eternamente agradecida a la Familia y a la Familia.

Nares Montero (A vivir y a volar!)

Hoy en Concierto Alejandro Martinez canta a Gil de Biedma.

Yo no me lo pierdo.

Libertad 8 (calle idem) 21:30. Madrid.

7 comentarios:

kika... dijo...

te quiero

y lo que necesitas es una botella para las lágrimas...

ya te contaré la historia!

besos
besos
besos de la familia (parezco Corleone)
K

Nares Montero dijo...

K: Por ti me dejo dar hasta el beso de la muerte!

JA!

Bssssssss

trovador errante dijo...

Niña roja!

Qué bien cocina usted, no me cabe duda. Buena receta para una tarde de invierno.

Se muy feliz hoy y vuela bien alto para que te vea desde acá.

Besos sin receta!

Lara dijo...

Muchísima suerte para hoy, niña!!!
A volar, sí, y a disfrutarlo todo.
Yo me quedo en la sierra porque ando hasta arriba de trabajo, pero espero escucharte recitar pronto, sea donde sea,
un abrazo fuerte!!!
Y felicidades...

__ dijo...

Por circunstancias extrañas me mantengo a distancia pero te sigo, te leo y te deseo que hayas tenido todo el éxito que te mereces. Compraré tu Delirio y espero que alguna vez me escribas en él, sin teclados, sin distancias....

Besos, Ignacio

Lara dijo...

Ignacio, ya que te veo por aquí quería preguntarte: ¿ya no se puede entrar en tu blog? Lo he intentado un par de veces útimamente y no me deja.
Un abrazo!

__ dijo...

¡Qué casualidad! Mis dos autoras conocidas/desconocidas coincidiendo en este momento y lugar.

Restringí el blog por una intromisión de mi vida real. Si queréis leerlo, escribidme a cerillasgaribaldi@gmail.com porque necesitaría vuestro mail de conexión a blogger para invitaros, lo cual estaría encantado...

Besos y muchos éxitos a las dos, Ignacio

(Todavía no he terminado Cuatro Veces Fuego, ya te comentaré, es que leo lento y a ratos)