domingo, 11 de enero de 2009

Pulgatorio

No quiero pensar que subir escaleras mecánicas del revés, corriendo, saltando como salmones que llegan tarde a desobar, que las manos se enreden sin permiso y a la primera de cambio o que de tanto mencionar el frío en los guantes rojos acabe por nevar, sea un invento de la imaginación, conspiradora.

O quizá si.

¿Dónde arrancan mis fines de semana? Bien es cierto que el viernes, en casa, rezo los siete avemarías, un padre nuestro y un oremus por las blasfemias que escupe la boca en su estupor adolescente. Mea culpa. Más es obvio que me arrepiento de los pecados de viernes, nunca de los de jueves.

El viernes pequé de pereza, pero fuí diligente en hacerme entender.
Sábado. Nunca madrugan los sábados en mi casa. Afonía. Quizá el frío se cobra excesos con intereses. Ojo por ojo. Yo pienso que las enfermedades de la crisis y sus baremos se contagian más que la gripe. Sábado de deficit vocal. Retiré los versos de la ventana, y me vestí tarde para no llegar a tiempo, avisando, eso si: Recitar va a ser imposible. Me enchufé a bufanda, guantes y orejeras. Qué sensación de orejeras oiga!
Comienzan tarde, perdí la cuenta de las canciones... somos pocos y parió la abuela. Y las abuelas se toman su tiempo para parir, que para prisas ya han tenido toda una vida.
Me vuelvo una chica del montón con guiño de ojo y sonrisa complice de espejo. Qué me gusta esa canción!

Se aprieta la coleta y respira valiente
los muros de sus metas los pinta de verde
no busca en el colchón al mejor pretendiente
la chica del montón, esta si es diferente.

Sábado de gula, y no hubo mesura al pedir el bocata en la tienda pero si esperé a llegar a casa para desencajar las mandíbulas. Ñam!
Llego y le cuento al pequeño de imposibles y encantos. Somos máquinas, canijo! Me voy a dormir. No desesperes. El no ya le tienes. Soy dueña de una vergonzosa colección de noes. Que si, que si. Mi genética es de una enfermedad congénita, reincidente (esto me suena). Que si! Mañana llamo a ver. Que descanses, te quiero canijo.

Llega la mitad de un domingo. ¿Quién me ha robado la mitad del día? Soñé al son de Víctor Manuel (No hay nada mejor que escribir una canción).
Ejem, ejem ¿Si? Maldita afonía de mierda, parezco un Manolo dando los buenos días... quiero decir las buenas tardes. ¿Desde donde me llamas? La calle Toledo y un movil, obvio ¿no?. Nos hacemos un cine? Sesión continua, con esta voz seré tu octavo pasajero, seguro! Pero acepto. Acepto! El cuándo lo hablamos en próximas entregas.
Otra llamada. Mi princesa guanche adelanta la boda.
No me resisto a proposiciones del tipo: Habrá una sorpresa que te va a gustar. Así que me calzo las botas, me atuso el pelo y con orejeras, por supuesto, me lanzo a una ciudad que pierde el aliento el domingo por la noche. Ay vieja! menuda semanita!. Sergio Alzola en Libertad... chooo chiquito concierto mi niño! Y si la canción no fue aleatoria... las casualidades no existen, no existen, no existen, no... ole el son, la bosa, el tango y la que te parió!
Dónde venden los abrazos que me diste, que me quedan estupendamente.

Llego a casa. Unos, cocineros antes que frailes. Yo, teleoperadora antes que reina de las nieves. Te leí, sonreí. Pero mira que eres chulo, papi!

Nares Montero

3 comentarios:

kika... dijo...

:)

(ya está, ya me entiendes, con eso basta, mira que soy chulita yo también, bueno, no)

besos y magia,
K

Pedro de Mingo dijo...

Vamos, Clint.

Oye, me tienes que enseñar a poner lo de lenguas de bala, me dejas?

Hoy estuve en el bar del Zaragozí! A ver si vamos un dia a tomarnos una allí

Muak

Anónimo dijo...
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