jueves, 25 de noviembre de 2010

Cotidiana

Átale, demoníaco Caín, o me delata.
(Julio Cortazar)
Tengo una sensibilidad completa para los cambios. Mis favoritos son los imperceptibles. Toda la calle continúa en ese ahogo-respiración-ahogo y yo me detengo en el papel que cae de un bolsillo e inevitablemente tocará el suelo. La fuerza de la gravedad tambien está en tu voz. Has dejado de escucharme. Y ligeramente tu tono cambia y cae en la desconfianza. Con tanta gravedad como la de quien mira atrás y no es derrotado por su visión.
Desde mi habitación me distraigo escuchando las puertas abiertas de vecinos a los que no miro a la cara pero sé que viven con el último segundo desprendido de la boca como cuando yo intento beber el tetrabrick de zumo de un solo sorbo para que todo en mí sea de color fábrica.
Quiero volver a la cama y notar los insignificantes pliegues que se ataran a mis piernas y después solo el silencio de entrar auto-obligada en el sueño. Es extrañamente fácil estar ahí, en el sumidero propio. Colocarte todas las colchas encima y sentirte guisante. Y después desaparecer como una invisible más. Cuando lo diminuto te inunda, te reclama, te rodea y son gritos minúsculos como agujas que danzan a tu alrededor cualquier paso o movimiento liberador es falso. Sentir que ni tu misma llegas a soplar tus arañazos no signfica nada. Olvidar que tienes un jeroglifico mutilado por descifrar y seguir adelante como una invasión o la marabunta devastadora a la que perteneces. Descender a la conciencia yunque o quedarnos aquí, en el palíndromo perfecto, aunque ya no me creas.

Nares Montero
Foto: Sevilla 2009. Nares Montero

3 comentarios:

Adolfo González dijo...

Qué buena expresión, sobre todo, lo de "y sentirte guisante".

Miguel Ángel Maya dijo...

...Me estremecen los cambios insignificantes, y muchos más los invisibles: no sé, ese cuadro que un día se cae de la pared, esos guisantes...
...Delicioso...

Elena dijo...

Nares...
qué significante lo que perdemos en significancias...