
En esta ciudad de hormigas
sólo se distinguen
los molinillos
aparcados en los balcones,
y giran.
El aire se mueve espeso
en este laberinto
donde tendéis la ropa
y los colores que gotean
de vuestros banderines de fútbol
os tiñen de los mismos
insectos las manos.
La pereza es cremosa,
fácil.
Untas y no te distingue
no te hace,
ni da forma a tu imagen
única.
¿Las semejanzas os cuidan?
¿Acaso os protege
la marabunta, las cabezas de ganado
que a nado bregan entre hormigón y asfalto?
Ya sois iguales,
número tras número,
obreros y zánganos.
El resto amable de lo normal.
Sois lo adecuado, la gran masa
dictatorial,
ignorante de sus uñas y sus canas.
No pienses.
Es bueno que así sea.
Ya formas parte
y no te hace falta.
Engulle y no mastiques.
Se te han robado los ojos.
Se te ha borrado el olfato.
Pobre sabueso,
ladra,
después obedece.
Poema y dibujo de Nares Montero
3 comentarios:
qué desazón
y qué buena mirada
(chulísimos los dibujos, Nares!)
besos
Dureza en la belleza.
Una ciudad te absorve, démosle la vuelta, absorvamos nosotros su vida y sus rincones.
Un abrazo.
Qué bien que te guste Lara, para mi es un honor!
Emilio, para escribir eso tengo que alimentarme de ella, es inevitable.
Besos a los dos!
N
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