viernes, 20 de agosto de 2010

Tarde esa tarde




Tarde. Siempre tarde. La vida se me hace una red sin centro. Siendo militancia las decisiones, dejo cabos sueltos. Mando un mensaje: trae tabaco, por favor. Dije que me faltaba la contrapartida a tanta subida de adrenalina, dije. La lluvia no dejó charcos, se evaporó pronto, tan pronto tú. No se me da bien permanecer. Todo universo efímero, pregunto. Todas las palabras inconexas, parecen tus razones, tus destrezas. Solo yo como un satélite sin rumbo. Puede ser cierta alguna víspera. Duermo, duermo como si no hubiera tiempo de soñar más tarde. Ahora es nunca. Nunca en tus proporciones. Recordar es imaginar lo sucedido, reinventarlo. Entonces por más que pase gente y más gente sigues ahí, aunque no debieras, sólo una trinchera perdida pero recurrente. Quiero elegir de forma que si tuviera que vivir de nuevo esto mismo, pudiera hacerlo sin temor. Sin embargo no hay modos de quitarse el viento de los ojos. Toda solución conduce a la misma encrucijada. Una nueva oportunidad de hacer lo mismo, de recuperarte como mentira. Recuperar lo que nunca se ha tenido. Y entonces mis manos vacías, de nuevo vacías. He sostenido tu idioma, creo. Tengo la sensación de tu peso, de todo el peso y los pies arrastrando todas las hojas. Todo como concepto es algo pequeño. Invisible. Cómo puedo decir sí. A qué. Las proposiciones, las multiples opciones de desastre son un advenimiento. La libertad más pura es una carcel.
Nares Montero

2 comentarios:

Santiago Bertault dijo...

No no. La libertad mas pura es saber vivir hacia la muerte alegre y divertida, como yo quiero que estes.

Anónimo dijo...

"las multiples opciones de desastre son un advenimiento"
A sus pies, señora.

Monogatari