miércoles, 29 de abril de 2009

El escondite


¿Dónde estoy?
No me encuentro, la habitación es un dedal y sus paredes se alinean y a veces convergen en las esquinas. Es raro que sólo converjan en las esquinas, yo me refugio en ellas pensando y tarareando notas que no conozco y me recomiendan, pero no bailo. En algún momento encojo y habito las esquinas de mi casa y como a las pelusas me arrastran las corrientes hogareñas. Las esquinas a veces se juntan todas en la sábana blanca y el colchón, ahí quedan a la espera de algún incendio. Cuando fumo en la cama no pienso pero mis piernas arden en mil fuegos artificiales. Se endurece la almohada y siento la pared avanzar encogiéndome de nuevo. Se amontonan todas las ropas de la casa encima de mis manos y ya sólo escribo de pensamiento, por omisión de la obra. A veces siento los tormentos. Cogen en sus manos invisibles las esquinas en la que permanezco y tiemblan un poco todos mis lunares. Tumbada, sobre la pared vertical como en una cornisa o un juego del escondite conmigo misma, sueño aunque no hay sueño que resista este vértigo. Claustrofobia, agorafobia. Egofobia. En mi se diluyen los ángulos y soy toda redonda, flexible, carne embasada al vacío. No existen grados ni alcoholes en un pompa de jabón, un minúsculo sonidito y ya no está, ni es, ni habita, ni refleja. Un minúsculo sonidito y adiós. Una despedida minimalista y certera como quien olvida dónde dejó el último suspiro o el último bostezo. Así de sencillo.
¿Dónde estoy?
Ahora divergen rectas todas las líneas. Ya no hay esquinas, rincones, huecos o salientes. Todo diverge. Nada se solapa, todo es paralelo y mundano. Así de sencillo, así de aburrido, así de uniformado.
¿Dónde me escondo ahora?
Nares Montero

martes, 28 de abril de 2009

Camacariño


En Camacariño la noche es dada a caer sobre la luna desnuda,
dispone el velo o el can-can de fiesta en su cintura
y alza las piernas o hace que gire como un derviche o una peonza macabra.
En Camacariño se desarropan corazones gigantes
que laten al ritmo de tambores con piel de cordero, huecos y espeluznantes,
entonces tiemblan las lámparas y los apliques tintinean un mareo.
También se planean huidas, se besan espaldas, se dictan mentiras
y se resguardan del alba agujeros en pechos de hombres hambrientos.
Se escribe en salto de cama, o asalto de cama,
a salto de mata, salto de ángel o catarata.
En Camacariño no hay entradas, ni puertas, de los quicios nacen ramas
que arañan y marcan el camino de la vida. Beban absenta,
reza un cartel luminoso que antaño no lucía y ahora desluce en lo alto. Beban decía.
No encontrarán la salida de este hostal ni de las paredes colgada la alegría.
Camacariño se transforma según su huésped de turno, y a veces llora si no tiene inquilino.
Hoy es un teatro y el contrafoso un laberinto donde se pierden actrices sin carrera ni oficio. Mañana una farmacia por la que vuelan recetas y ponzoñas
o un night club deshabitado de antorchas.
También, de cuando en cuando, un antro plagado de insurrectos
o una tarde de abril y sol musical.
Camacariño es un disfraz o un uniforme almidonado,
una puta que desayuna en Tiffany's a diario, una caricia de estraperlo,
una llamada intempestiva, un circo de los horrores,
una vedette desmaquillada, la bala de alguna pistola perdida.
La muerte que aguarda paciente recita versos a la noche
y nunca mira donde no la reconocen, los escaparates.
A veces en Camacariño hay reyertas, emboscadas, redadas y trenes,
todo se vuelve una coraza donde se esconden los vulnerables.
La criaturas diluyen sus ojos de sal y arena, en Camacariño, las noches de pelea,
y solo quedan vestigios, de lo que pudo ser un local con encanto, pero nunca tuvo tregua.


Nares Montero

Imagen: Henri de Toulouse-Lautrec - The Kiss - 1892

jueves, 23 de abril de 2009

Día después de esa noche




En cualquier momento puede sorprenderme
el descaro en tu mirada, en cualquier momento.
Yo espero quieta tu sonrisa, muy quieta,
y escucho como salen de tu boca palabras sin sentido.
Todo está bien si estoy contigo. Todo está bien.
Podría saltar por los aires el mundo, volar a través del universo.
Podrían congelarse los mares o hervir en un segundo.
Pero si estoy contigo todo esta bien. Todo es perfecto.
En cualquier momento puede llamarte ella
y un golpe me devolverá a la realidad,
certera, puntiaguda y obsoleta.
Somos una canción de los Beatles,
lo sabemos a pesar de la cuarentena.
Ella no existe y tu dices: todo está bien.
Mírame y dime que todo va bien.
Sólo lo creeré si me miras.
Sólo lo creeré si lo dices tú, en cualquier momento.


Nares Montero

martes, 21 de abril de 2009

Carbono 14

Estoy intentando poner en orden los recuerdos de los últimos días. Soy carne de Alzheimer, siempre lo digo. Demasiadas cosas, demasiadas sensaciones. Demasiadas.

Llevo días apretando las mandíbulas.
Me siento presa sin esclusa, o sin excusa.

Vi amanecer en el desierto hace años. Varios. Dos. Yo con una almohada en el desierto. Con los pies descalzos y medio enterrada. No caminé. Avanzaba el sol, lento, en una línea invisible de tiempo. Nunca supe cuanto. Qué de tiempo, qué de espacio, qué desierto.

Avanza sobre mi una vuelta, como un sol elíptico. Pero no es vuelta. Es revuelta. Es catarsis y recuerdo. Casualidad. No. Es certero el sol cuando avanza sobre el desierto. Causalidad sin causa y efecto. Te digo, y no miento, que andaba estática en el desierto.

Miro atrás y no parece tan lejos. Yo me ahogaba en los ojos del día y pedía auxilio las noches de invierno, que ya no eran invierno. Me aprendía rutas y escapadas con una memoria en garantía que ahora caduca y nadie redime, entiende o repara. Es absurdo ver como vuelan las palabras. Quien observa el cielo e intenta ver las letras, los signos y las formalidades, en un viaje peregrino, en un vuelo singular de plurales amorfos, come pan con pan, comida de tontos.

No me niego al circular pero no parece haber metas. Todo son comienzos. Quizá esta repetición, esta multiplicación de peticiones y vueltas, inicios sin pistoletazo de salida, sea el confluir hacia un mismo sitio. Punto de encuentro. Quizá esta elipse sea, del minotauro, laberinto. ¿Qué coordenadas me devolverán a un tú (que ahora es violento y deja marcas de dientes) o aun tú? Es decir que uno pasa de lo amable a lo grotesco, de la brisa al sórdido aliento, de la dicha al sufrimiento en un parapadear de ojos, en un errar los pasos, en un traspiés, en un silencio.

Yo no sé casi nada y me pregunto constantemente en este andar, vagar, nadar, ahogar en el desierto. Pero debe ser que no sé ni preguntar. Perdí la almohada blanca y ahora no reposo. Se agita el corazón como un jilguero capturado en un puño, como en el bozal el hocico de un perro o como un gato en una caja de cartón. Demasiado pequeña y sin agujeros. Se me van a salir, un día, los animales del pecho y quedarán mis huesos tirados en el desierto.
Vendrá un tsunami de arena y esconderá las partes más delicadas, redimiendo el falso cuerpo del tiempo. Será la brocha de un futuro arqueólogo la que descubra mi cráneo intacto. Se dirá entonces: Sabemos la fecha exacta en la que se extinguió un poeta.

Cuánta vanidad para un solo desierto.


Nares Montero


Foto: Amanecer en el desierto camino de Abu Simbel y lago Nasser, Egipto'07.

miércoles, 15 de abril de 2009

No hay tres sin cinco



Llegó el momento.

Mañana a estas horas estaré preparando todo el atrezzo para ir pisando fuerte a Galileo. Creo que me daré cuenta de todo lo que esto significa cuando pase algo de tiempo. De momento estoy como en una nube, si me pinchan no sangro. No estoy especialmente nerviosa, probablemente por que pienso más en el vestido y el maravilloso tocado que luciré que en el momento concreto de pisar el escenario y compartirlo con todos esos hombres a los que admiro. Uy! ahora parece que si se dejan ver un poco esos nervios... aunque en realidad me habita y me ocupa más el sentimiento de enorme responsabilidad. Pero ahí estaré, contenta e ilusionada, porque estas cosas no le pasan a una todos los días.

Sí quereis compartirlo conmigo, será todo un honor y un placer.

Nares Montero

sábado, 11 de abril de 2009

La previa le ganó al estreno


La vida es teatro. No sé sí lo afirmo o lo pregunto. Creo que es la misma cosa, una pregunta (¿La vida es teatro?) y su respuesta (La vida es teatro). Un bucle, una elipse, un túnel, la madeja de Aracne.

Siento como en una telenovela pero estoy en un escenario de Ibsen. Todo fuera de lugar.

La noche es dada a representaciones que otros llaman juegos. Pero yo no juego. Yo no. No utilizo, no subyugo, no hago trampas, no cronometro, no mido, no tengo la cualidad de improvisar poesía porque, de hecho, ni siquiera pienso. No pienso más allá de este instante, momento único y verdadero. ¿Y si no es aquí donde reside la felicidad estonces dónde?.

Tres lágrimas. Tres lágrimas contadas que han caído acompasadas, sin ningún compás. No las dio tiempo. Tres lágrimas transgresoras. La muestra de que aun siento. Tres lágrimas libertarias. Sólo tres lágrimas en esta sequía que parece perpetua, o perenne, insultantemente real y tangible, aunque no me toques.

Pienso en canciones. Te recorro en un viaje musical y cada frase habla de ti. Yo que viajo tan poco últimamente, que me he vuelto sedentaria. Así van llegando las frases y como un puzzle se va creando tu rostro pieza a pieza. Despiezado pesas menos. Las notas son las de tu olor y las de tus gestos.

Oigo "Only you" (The Platters) y después "Resistiré" (maldito Dúo Dinámico), le siguen "Así estoy yo sin ti" (eterno Sabina), "Little wing" (que le robaste a Hendrix para prenderla en mi solapa), "Corazón" (de Carlos Chaouen "que no se me acomode el amor pa cuando estalle... que te calles que te calles que te calles").

Me gustaría explicarte que estar contigo es saber, a ciencia cierta, que estás no donde debes, donde puedes, donde te dejan, donde te apartan, donde te aprecian, donde te desean, donde te insultan, donde queda, donde duele o donde esperas. Estar contigo es, exactamente, estar donde quieres.

Que cierre el mundo los ojos, que todo muera más allá de esos metros cuadrados que compartimos. Que se apaguen las luciérnagas, que dejen de sonar los cascabeles, que no tambaleen los tentetiesos. Que se silencien sirenas, se apaguen semáforos, se calmen las furias, se detengan las estrellas en su camino de luz y muerte. Que todo pare mientras tú y yo existimos tranquilamente lejos.

Cuando te separas, movido por algún extraño imán, todo vuelve. Todo retorna, todo se mueve o se ancla. Y se muere un poco el mundo. Esa minimalista esfera donde un rosal te recuerda quizá otro ensayo. Te especializas en preparatorios, en prolegómenos, y rechazas cobarde o culpable, la representación con público, el gran estreno. Por eso todo tu hueles a nuevo y bambalinas.

¿Cual es la puerta de este teatro? ¿Dónde esperarás la próxima vez que aparezca vulnerable, dadivosa, desteñida, ansiosa? ¿Que palabras dejaré de pronunciar con engañosa indiferencia? ¿En que falso simulacro te esconderás de nuevo? ¿Dónde estaré la próxima vez que me aparezca? ¿Cual es la excusa? ¿Cual el consuelo? ¿Porqué no te puedo olvidar? ¿Dónde está la salida de emergencia?

Cuándo sabes que el día que me toques, ese en el que quieras tocarme, en el que te atrevas, todo explotará en un Big Bang. Cuándo sabes, mano al fuego, que dependes y existes, es decir, dependo y existo, de tu palabra, de tu sueño, de tu pequeño batir de alas, de tu gran decisión, de tu libre albedrío... ¿Qué importa la vida?

Ah! Pero el valor es otra cosa. Mi vida vale (a veces cuesta) y tú no tienes valor (valor de valentía). Pero yo no quiero agitarte con discursos y demagogia. No es mi misión. No es mi destino. No es mi significado.

Quizá sea el personaje de una telenovela en la casa de muñecas de Ibsen.

Un error. Un déjà vu. Un desconcierto. Un misterio. Un silencio. Una sombra. Una guerrilla encubierta. Un desalojo. Un títere o titiritero. Un juego sin jugar. O una palabra tuya (bastará para rescatarme) o un no te quiero querer...

¿Cómo huir si no quedan islas para naufragar y todos los teatros mueren con marcas publicitarias de nombre?

La vida es teatro, pero la previa le gana la batalla al estreno. Un simple ensayo ganó. Ni siquiera el general.

Nares Montero

miércoles, 8 de abril de 2009

The saddest girl of the city















Quisiera restarle al tiempo tus lágrimas y esconder de Madrid ciertas calles.

Pedir que no te esmeres en huidas. No te agotes.
No te azotes, no te pierdas.
No oposites a una invisibilidad certera.

Quisiera entender y que entendieras.

Tu luz está por encima de estrellas,
por debajo de mentiras,
en el medio de la botella.

Quisiera restarle a la ciudad preguntas y al tiempo tristeza.

Sé, lo que te ocupa.
Sé lo que te ronda, pirómana poeta.
Suspende el simulacro, saca del horno la cabeza.

You are a candle that gives light towards out.
You save the land.
Save you, phoenix, from the spring wind.
Overfly your spirit.
Save you from this chimera.

Yo quisiera tener y que tuvieras un inventario de respuestas.

Nares Montero

miércoles, 1 de abril de 2009

Dudas, alginato y galletas




Abril es un mes especial, dicen.
Yo no lo dudo, o al menos no lo dudo mucho.
O no mucho más de lo que dudo el resto de los meses o del resto de los meses.

Soy de las que hacen caso a las señales. Bueno eso no es cierto. En realidad busco las señales y sí las encuentro las sigo, las persigo y las interpreto favorables (casi siempre). Pero en este momento estoy confusa y soy escéptica. Este mes es el aniversario de dos muertes cercanas, de dos cumpleaños ahora lejanos y de ningún amor que recordar (entiéndase, esta última parte, de la manera más liviana posible, sí es que es posible). Por otra parte este mes se anuncia propicio, no en horóscopos ni en estrellas, pero si en poesía y souvenirs, es decir, cosas para recordar.
Las señales son contradictorias.
El peso de los recuerdos está balanceándose por encima de mi cabeza mientras yo pongo un pie detrás de otro manteniendo el equilibrio o intentándolo.

Así comenzaba la semana. El post quedaba inconcluso, como un borrador, porque había (hay) demasiadas cosas rondando mi cabeza.

A veces, una (puede que no sea yo) se enfrenta a tantas situaciones nuevas, novedosas o no (que no es lo mismo pero es un poquito igual), que tarda en digerirlas. De hecho una se toma su tiempo para masticarlas, porque prevé lo complicado de la digestión, bebe incluso a la hora de tragar, pero estas, las cosas, las situaciones, las circunstancias, las sensaciones, o en masculino y más general: los temas, deciden, aun sin libre albedrío, ocupar el espacio concreto entre la glotis y la boca del estómago.

Esta amalgama, que me recuerda literalmente a un producto que utilizábamos cuando estudiaba caracterización y que se llama alginato, no necesariamente es una bola que tapona u obstruye el conducto gastro respiratorio, si no que se presenta en diferentes formas. En este caso resolvió irse quedando adherida a las paredes de la tráquea formando una especie de embudo.

El alginato se endurece a una velocidad de vértigo. Dentistas y caracterizadores pueden corroborarlo.

En esas estaba yo (aunque lo digo con la boca pequeña -de piñón o a piñón- porque no me acuerdo, o no quiero acordarme, en qué circunstancias o con qué soluciones se puede, una vez hecha la mezcla y endurecida, disolver el alginato).

Decía que se había formado un embudo. Los embudos siempre me han parecido utensilios controvertidos, pero en fin ese es otro tema, aunque este embudo también es controvertido.

No pretendo solventarlo aniquilándolo. Es probable que pierdan más mis carnes en el intento que el producto en sí. Además en huecos cóncavos, el alginato hace el positivo de la muestra, es decir, que quizá con cuidado y tiempo pueda sacar el positivo de todas esas circunstancias, situaciones, emociones o temas y ver no sólo el general si no cómo es una parte de mi interior sin necesidad de abrirme en canal. Para eso hará falta la complicada y no agradable tarea de conseguir vomitar la muestra, el positivo. Tal y como están las cosas me temo que será, sobre todo, complicado, ya que las exteriorizaciones últimamente no se me dan nada bien y necesito de estímulos externos (véanse: películas, canciones o violencia directa) para descargarme mínimamente de cualquier carga emocional.

El caso es que así están las cosas. No voy a destruirlo. Es una decisión categórica. Sé a lo que me enfrento, o creo saberlo, y antes de que ocupe todo mi cuerpo (que es otra opción) deberé pasar por el mal trago de expulsarlo, vía oral, para obtener el positivo.

Por si alguien aun no lo había notado, una (que no tengo porqué ser yo) es muy sentida pero siempre alberga esperanza e ilusión en que las cosas caminen.

En todo proceso existen variables que hacen inclinar la balanza a un lado o a otro, aunque sean prácticamente imperceptibles para un ojo poco entrenado.

Hoy han existido variables que han inclinado esa balanza ficticia al lado opuesto del derrotismo.

Entre otras La Asamblea de la Tierra Media donde no la comunidad del anillo si no La Comunidad Femenina del Corazón de Piedra (nueva arma de protección masiva) tenían diversos puntos del día a tratar.

Al contrario de lo que puedan pensar muchos esto, no es, no ha sido (no diré: no será en algún momento, por si acaso) algo como: "Reunión de pastores, oveja muerta" o llevándolo a nuestro terreno "Reunión de mujeres, date por jodido". En esta ocasión temas de mayor envergadura eran tratados y debatidos.

Además, nuestra comisión de festejos, donde no falta consejera cultural, programadora, departamento de marketing y una humilde servidora que desempeña funciones varias sin titulación, ha aprobado el calendario cultural y de fiestas de este mes.

Somos diligentes en los S.O.S, respetuosas con el turno de palabra y eficaces a la hora de entender, solventar y resolver los puntos, oficiales y extraoficiales, de la asamblea. Todo esto mientras degustamos un ágape que ni en Murcia se lo habrían creído.

De postre té y galletas (caseras).

Ya quisieran muchos políticos ser tan civilizados y entretenidos al tiempo.

Otra de las variables que inclina la balanza al optimismo ha tenido lugar esta mañana cuando por sorpresa un policía se ha personado en mi vivienda devolviéndome una cartera, que me sustrajeron hace algo así como mes y medio, con toda la documentación, aunque no el dinero (obvio). Esa circunstancia absurda (que lo ha sido) me ha hecho pensar que quizá las cosas vuelven poco a poco a su cauce.

Sea como sea el mes de abril será testigo de lo que acontezca. Yo me agarro a la ilusión que motivos no me faltan y si no vean:


¿Es? o ¿no es para estar ilusionada? (no es una pregunta).

Abril va a ser un mes especial.

Nares Montero