sábado, 24 de octubre de 2009

El significado de las cosas

Es probable que no me importe nada.
Cuando digo nada quiero decir exactamente eso.

Aunque es cierto
que hay cosas que me preocupan
y no son nada,
y ocupan un tiempo que tampoco es nada.

Yo no sabría decir que es la soledad.

A veces pienso en ello tanto rato
que me veo mojada y sumergida
bajo el grifo del baño del internado.
Las voces de prisas mañaneras,
otras niñas,
suenan amortiguadas al otro lado de la puerta
y yo que no termino nunca
de quitarme las legañas
sólo sé que no quiero salir de allí.
No quiero. Tampoco estar allí.

El lugar, aunque concreto,
no tiene mucha importancia.
No más de la que tendría una sala de espera,
la cola de inem o unas sillas abandonadas
en la puerta de la casa del pueblo,
donde hace tiempo la gente salía al fresco
porque no había mucho más que hacer,
o que no hacer.

Tampoco sabría decir que es la felicidad,
la libertad, el deseo, la espontaneidad, el consuelo.

Busco flores en los cementerios
por si tuvieran un significado más allá de ese
escaparate de muerte. Pero no importa o no me importa.
Aunque me cercioro a cada paso de que murieron.
Todas y cada una de esas losas es la prueba.
Acaso alguno de esos nombres que rezan las tumbas
invadidas por el musgo y el tiempo
supo decir con palabras exactas,
el significado, exacto,
de cada una de las cosas en las que pienso.

Intenté encontrar entre los vivos,
o entre los que respiran,
quien me explicara
todas esas cosas que persigo y no me importan.

Ellos estában tan preocupados con el sueldo,
la comida, el tranporte público, el alquiler,
los mensajes de texto, el beso que no les dieron,
su jefe, la lavadora,
el programa que se perdieron ayer en la tele
porque la vecina vino a quejarse
del ruido que hacen sus pies
al calzarse los tacones a las seis de la mañana
cuando pintura de guerra y trayecto de dos horas por delante...
y el atasco y los charcos y el sudor de la gente
y esa enfermedad repentina al hermano de su abuelo
y el nuevo coche más caro y grande, los niños, la merienda,
el spa, y no tener tiempo ni para conciliarlo en paz.

Y todo absolutamente todo me dió tanta pereza,
tanta,
que comencé a imaginarlos ahogados,
diluidos y semitransparentes
sin ninguna violencia, pero silenciosos.

No tan diferentes a las tumbas.

Entonces me dí cuenta de que nada me importa
salvo el significado de las cosas.

Nares Montero

1 comentario:

kika... dijo...

... hay días en los que ni el significado de las cosas...

besos besos besos
K